Memorias de intramuros

Ex Buen Pastor

Memorias de intramuros

Parte del edificio donde funcionó la congregación de religiosas del Buen Pastor fue cedido a la Municipalidad de Río Cuarto, que podría declararlo patrimonio histórico. 

Son 118 años de historia los que se encierran en los 14 mil metros cuadrados de la edificación. Un buen porcentaje (La mayor parte) de la fachada son paredes cubiertas por ladrillos gastados. Por encima de esos muros, un extenso alambrado. Las veredas, extrañamente angostas en comparación a las demás, rodean lo que una vez fue la cárcel del Buen Pastor. Por dentro hay muebles avejentados, rejas, ventanas rotas, dormitorios pintados por los rayos que se escapan de las antiquísimas ventanas, paredes con diversas marcas de historias e incertidumbres. Todo -la sensación de estar situado ahí mismo- ayuda a construir infinidad de relatos, de vidas que fueron y dejaron impregnadas sus presencias, un aire pesado que te rodea al entrar, la inquietud en los p

atios de luz (¿?), un silencio que se impone y agudiza. Anexado a todas estas historias inconclusas o fracturadas, se encuentra hoy en día el colegio Santa Eufrasia. 

Con el paso del tiempo, el lugar se convirtió en un asilo e in

ternado de menores de edad, además de una cárcel de mujeres. Los muebles estaban recién pintados, esperando la llegada de esas juventudes que habitarían el lugar. Una de estas chicas que tuvo su pasó por el internado del Buen Pastor fue  Myriam Valentini.

  • Contabas sobre tu paso por el Ex Buen Pastor. ¿Qué recordás?
  • Después de muchos años de la dictadura, ese lugar se convirtió en un internado de señoritas. Nosotras estábamos ahí, con otras chicas, y se veía a los muebles recién pintados. No me acuerdo por qué o qué hacíamos, pero una vez sacamos el cajón de una mesa de luz y descubrimos que, al fondo del lado exterior del cajón, había inscripciones que las presas en dictadura dejaron. Y en la mayoría de las mesas de luz estaban así, todas escritas.

 

En Río Cuarto, durante la última dictadura cívico-clérigo-militar, hubo varios edificios que sirvieron a las órdenes del terrorismo de Estado, el encarcelamiento y la tortura de muchos jóvenes y militantes. Los registros de la Casa de la Memoria de la ciudad señalan a varios de estos lugares que sirvieron al terrorismo de Estado, entre ellos la Ex correccional del Buen Pastor. El lugar nace en 1903, por orden de la Congregación de Monjas del Buen Pastor, con la intención de servir como una cárcel correccional de mujeres. Luego, en el terreno se dispuso que también sirva como sitio de internado para mujeres y menores de edad. Recién en 2001 el sitio se convertiría en lo que hoy es el colegio Santa Eufrasia y en 2002 la Congregación de monjas deja el lugar y se lo alquila al colegio, debido a que en ese entonces la cantidad de monjas de esta congregación eran muy pocas en esta época.    

Un grupo de egresados de ese colegio Santa Eufrasia, y hoy estudiantes avanzados de Ciencias de la comunicación en la Universidad Nacional de Río Cuarto, forman parte de la agrupación La Huella, espacio que se propuso hacer que se reconozca y se preserve el edificio como Sitio de la Memoria y Patrimonio nacional, además de fomentar que sea un espacio de promoción de derechos ligado a cuestiones políticas de nuestros tiempos. Sin embargo, hay intereses que corren por varias vías. Julián Galván, integrante de La Huella, comenta cómo se funda la organización en 2017, y cómo al año siguiente se exponen las pujas con las autoridades del colegio. En el primer recorrido guiado que se hace, comenta Galván, fueron echados del edificio; luego, a la hora de establecer el diálogo parecía no haber interés o predisposición por parte de la administración para la adquisición de material o datos que esclarecieran lo qué sucedió en la ex cárcel del Buen Pastor. Fuentes relacionadas al colegio se negaron a prestar opinión al respecto. Por otro lado, desde el Concejo Deliberante de Río Cuarto se muestra un seguimiento e interés importante sobre el tema, de hecho, parte del edificio (un 16% del terreno, exactamente) fue donado por la Congregación de monjas a la Municipalidad. 

Armando Chiappe forma parte del Concejo Deliberante de Río Cuarto y fue una de las personas que estuvo presente en esta negociación con la Congregación de monjas, además, cuenta cómo se gesta esta temática dentro del concejo.

  • Estuviste en la negociación con las monjas para que donen el 16% del predio. ¿Cómo se dio esto y por qué?
  • El expediente en cuestión es un trámite formal. Lo inicia una asociación civil La Huella, ellos pusieron un montón de información histórica y datos. Además, expresaron la necesidad de que el lugar necesita una protección histórica o un tipo de protección al patrimonio y que el concejo deliberante era el órgano apropiado para hacerlo. En ese momento no podíamos avanzar porque nosotros no teníamos la propiedad, esta pertenecía a la Congregación de Hermanas del Buen Pastor. Ahora, todo lote grande cuando intenta subdividirse, necesita por ordenanza 182/11 (de plano urbano) tiene que retornar al municipio un 10% en calidad de espacio verde más un 6% en calidad de espacio comunitario. Y las hermanas tenían cierta urgencia, debido a un fallo adverso de la justicia perdieron un juicio con un estudio jurídico de Córdoba, y el juez en el fallo las intimaba a pagar, por lo que ellas declararon querer pagar con parte del lote. La necesidad de subdividirse es de ellas. Mi papel fue informar a una de las hermanas sobre la obligación que tenía la congregación respecto a la ordenanza, pero a ella le parecía mucho el 16%. Al fin de cuentas, entre todos los actores, el presidente del Concejo Deliberante -Darío Fuentes-, el secretario de obras públicas -Martin Cantoro-, el asesor de las propias hermanas y quien te habla, pudimos convencerla de que el lugar era valioso para la ciudad de Río Cuarto, y ese 16% que nosotros le indicamos es esa esquina histórica, más la capilla. Y el lugar para nosotros tiene un valor por su historia, por la significación social y cultural, no tanto así por lo arquitectónico. Todo esto sucedió más o menos en marzo o abril del 2020. 
  • ¿Y lo que plantea la asociación La Huella es preservar también la arquitectura del lugar?
  •  Si, y nosotros también, pero la forma de fundamentarlo es distinta. En vez de decir que el lugar tiene una relevancia arquitectónica, nosotros decimos que tiene una relevancia histórica y cultural en torno a la memoria. Con lo cual el enfoque de lo que tenemos que hacer con ese lugar es una discusión a futuro para ver la mejor forma de preservarlo. 
  • ¿Este tema sigue estando en debate en el concejo o por la pandemia hubo que cambiar el eje?
  • Después de concretada la donación llegó la pandemia, y obviamente nuestras prioridades cambiaron, pasamos a una modalidad virtual y prácticamente el 90% de los expedientes que tratamos estaban vinculados con la pandemia y a sostener la acción de gobierno, que eso fue un lío. De todas formas, este tema del Buen Pastor volvió ahora, por este trámite legislativo que se llama vuelta al circuito. Esto sucede porque, si después de 6 meses el expediente no se trata, pierde estatus y es archivado, lo que se puede hacer es rescatarlo y eso fue lo que pasó. 
  • ¿Qué sigue ahora?
  • Nosotros hemos procedido a pedirle al IMPURC (Instituto Municipal de Planificación Urbana), que es un órgano conformado por arquitectos de cada uno de los tres bloques. A ellos les hemos pedido un peritaje sobre la relevancia del lugar, para poder proseguir con la ordenanza de protección histórica. Al mismo tiempo hemos tomado en cuenta otra petición de La Huella, que tiene que ver con toda la manzana. En las discusiones que hemos tenido se ha mostrado un claro consenso generalizado entre las fuerzas políticas en que el lugar tiene que ser un parque de la memoria o un espacio público de la memoria.  Y tenemos también la decisión política de cuál va a ser el área del gobierno que se va a encargar de llevar adelante el proyecto y vehiculizar los fondos, que va a ser la Fundación para la Cultura. Ellos tienen una trayectoria ya reconocida, porque han llevado a cabo la restauración del Andino, del museo histórico regional, del teatrino La Trapalanda y del Viejo Mercado. Estamos esperando los peritajes del IMPURC, estamos con la voluntad política de sacar una ordenanza de protección sobre el lugar y determinar sobre el resto de la manzana parámetros de desarrollo, es decir, tratar de que la manzana sea un poco coherente, y lo primero que habría que hacer para que sea coherente es derrumbar los muros de la manzana. Las hermanas van a vender lo que queda, ya expresaron esa decisión, pero van a esperar que el colegio se traslade. Y la ordenanza que vamos a hacer, una vez cumplidas las tareas, es bastante simple y sería algo así: Articulo 1, protéjase este lugar por su relevancia histórica; Articulo 2, tome posesión Fundación para la Cultura para proceder sobre el lugar. Yo entiendo que estamos por buen camino para concretar esto, no va a faltar mucho.  

 

La iniciativa de llevar adelante una profunda investigación del Ex Buen Pastor y presentar el proyecto de ley de preservación, además de ser llevada adelante por estudiantes y egresados del colegio Santa Eufrasia, también jugaron un rol importante los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional de Río Cuarto. Es a través de la presentación de este proyecto que las diversas juventudes buscan recuperar las memorias, identidades y las historias de este lugar mediante la lucha y el movimiento activo. Sin embargo, resulta alarmante, comenta con inquietud Julieta Celuci -también integrante de La Huella-, el estado en que se encuentra el edificio. Además, añade la experiencia que tuvo al ingresar por primera vez a la parte que funcionó como cárcel.

  • ¿Cómo fue esa primera vez que entraron? 
  • Uno entraba y era impactante, no solo por todo lo que significaba estar ahí, por todo el recorrido que hicimos como agrupación. Era estar ahí y de alguna manera entender todo lo que ocurrió ahí adentro, y te choca por más que seamos jóvenes y no nos haya tocado tan de cerca, históricamente. Se ven las paredes rayadas, pilares con moho, muebles en estado casi deplorable. No sé, fue un momento de mucha tensión, un ambiente que de cierta forma te invita a reflexionar

Pensar la memoria del pasado reciente en la Argentina, a 45 años del último golpe de Estado, habilita estas preguntas junto con la experiencia y la apuesta por la recuperación de los espacios donde el terrorismo de Estado desplegó su accionar clandestino a lo largo de todo el territorio nacional. Una apuesta, a la vez, por acercarse a los sitios de memoria para interpelarlos y que nos interpelen. Por ello cobra relevancia la preservación del edificio del Buen Pastor, ya que este supone la materialización de una lucha, la reconstrucción de un lugar a través de los muebles medio pintados y viejos, paredes rayadas, ventanas rotas, el pictórico registro de las personas que estuvieron ahí y familias que todavía buscan. Es por esto que debemos preguntarnos más a menudo ¿Dónde y cómo habitamos la memoria? ¿Cómo podemos procesar socialmente la experiencia de lo que fue el terrorismo de Estado en el presente? Quizás, la respuesta esté en lugares como estos, donde la memoria acciona con base en lo que vemos, en cómo nos lo cuenta un guía o un profesor de historia.

La respuesta también puede estar en escuchar a aquellos sobrevivientes del calvario, del infierno que fue ser victima del terrorismo de Estado. Escritora de “Algo se quebró en mí”, actualmente reside en Ginebra, Gladys Ambort fue una de estas víctimas, y todo empezó en el Ex Buen Pastor. 

  • ¿En qué lugares estuviste presa?
  • A mí me detuvieron en Río Cuarto, me tuvieron presa ocho meses en Río Cuarto, desde el 27 de mayo del ‘75, hasta principios de diciembre del mismo año. De ahí me trasladaron a Córdoba, a lo que se conoce como la UP1, la Unidad Penitenciaria de Córdoba. A los tres meses de llegar a Córdoba se da el golpe de Estado y nos dejamos incomunicados, a mi me dejaron hasta diciembre del año siguiente. Después me llevaron a la cárcel de Devoto, en Buenos Aires, ahí me quedé desde diciembre del 76 hasta enero del 78. Y de la cárcel me llevan directamente a Ezeiza. 
  • ¿Qué recordás del Buen Pastor?
  • Recuerdo casi todo, recuerdo que llegué después de estar 10 días incomunicada en la comisaría de Río Cuarto, en una celdita. De ahí me llevaron al Buen Pastor. Recuerdo a las monjas, a las celadoras, recuerdo que me trataban bien. Las monjas me trataban muy bien. Yo diría que tenía una buena relación con las monjas, en el Buen Pastor de Córdoba también, eran muy buenas. Digamos, las monjas no estaban preparadas o capacitadas para tener presas políticas, nunca fue su vocación. La vocación de ellas era tener a jóvenes, madres solteras. Eso incluso creo que fue la primera vocación de ellas, surgieron como congregación abriendo las puertas a las madres solteras. Después si, habrán hecho algún trato con la policía o con el servicio judicial y recibían a todas las que eran presas comunes. Si las cosas ya iban a mayores, las mandaban a otros lados. Ellas siempre recibían prostitutas, las traían a cada rato, se quedaban dos o tres días y después se iban. Lo hacían para molestarlas obviamente, pobres chicas. 
  • ¿Había celdas en ese lugar?
  • No había celdas, había habitaciones. La gran mayoría de las presas comunes estaban en un gran dormitorio. Dormitorio en francés quiere decir un lugar donde hay muchas camas. Era una cama al lado de otra. A mí, las monjas me habían preparado una habitación especial, porque ellas me consideraban especial, de cierta manera. Digamos, me discriminaban positivamente, consideraban que no solo era presa política, sino que, además, había una clara cuestión de clases sociales y por eso pienso que me habrán visto como más educada. Tengo otra interpretación mía, además, que me parece que me tenían apartada para que no les hable a las otras presas, que no difundiera mis ideas.
  • ¿Estuvo en contacto con la asociación La Huella? ¿Qué sabe sobre la disputa que se lleva a cabo, hoy en día, por el Ex Buen Pastor, y sobre las propuestas que se presentan?
  • Si estuve en contacto, pero ahora mismo no recuerdo bien los nombres de los chicos. Recuerdo que me dijeron que lo que se busca es que el lugar se preserve y ojalá que se logre. Incluso una vez me mandaron un plano, para ver si me acordaba de cómo era el Buen Pastor originalmente, no logre recordar mucho, pero algunas cositas sí. Está muy cambiado el lugar. 
  • ¿Se va a Suiza como exiliada, o por alguna otra razón?
  • Suiza no tiene relación directa con la cárcel. El país al que yo me exilio, me refugio, es Francia. De la cárcel salí a Ezeiza, y de Ezeiza directamente a París. Allí Giscard d’Estaing me dio asilo político. Después la vida me llevó por otros lugares. En París estuve 9 años, viví en México, y al último, como mi familia es de origen suizo, decidí irme a Suiza. Cuando vine, mi situación cambió extremadamente, y para bien. Para mí, venir a vivir a Suiza se sintió como una salvación, porque el exilio es muy difícil…no es que alguien sale de la cárcel y ya está, es una cosa muy terrible en lo psicológico y en lo físico. Yo de la cárcel salí en muy mal estado, aquello queda y queda… Te hace diferente para siempre. La cárcel es una experiencia extrema, como muchas otras experiencias del estilo, es eso que te confronta tan de cerca con la muerte. Yo creo que eso te cambia radicalmente la estructura psíquica. 
  • ¿Cómo vive, desde Suiza, los 24 de marzo?
  • Que pregunta…no sé responderte. Quizás tendría que llegar al 24 para decirte. No tengo una respuesta única e inequívoca, para nada. 

 

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