“Las miradas me resbalan”

Federico tiene 41 años, desde el 2014 se presenta como la drag queen “La Oh” y anima una fiesta local.

Tarde-noche de mucho calor en la plaza Manuel Belgrano. Federico aparece con una cerveza mientras aclara que está “de civil”. Sus tatuajes, piercings y pelo rosa atraen la atención de los curiosos que juegan en el subibaja, comparten una ronda de mate o hacen bramar el escape de sus motos.

¿Cómo empezó Federico a convertirse en una Drag Queen? Fue durante la fiesta de Halloween de 2014 –cuenta-; sintió temor, pero igual se calzó unas caderas postizas, zapatos de taco y una peluca, en sus palabras, horrible. Se sintió “una diosa” y así llegó a Kalístrogo, un boliche de Banda Norte. Así nació la drag queen más conocida de Río Cuarto, principal animadora de la fiesta emblema de la comunidad LGBT: la “Wacha Party”

– ¿Fue difícil en aquel momento salir como drag?

La primera noche me dio miedo, obvio me dio miedo, mucho miedo. Lo re disfruté pero si me dió un poquito de miedo. Y a mí ya hace mucho tiempo que no me importa lo que dice la gente. Y si la gente me mira, es porque algo bien estoy haciendo, porque la idea del personaje es molestar, es preguntar si es una mina, ¿Es un chabón? ¿Es las dos cosas? ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? Lo odio, no lo odio, esa es mi idea.

– ¿Las opiniones negativas te afectan?

Ya hace un tiempo, donde las opiniones, las miradas ¡Me resbalan! por eso también nace La Oh. La Oh es todo lo contrario, soy políticamente incorrecto en la vida yo, en la vida civil, como en mi personaje, obviamente que en personaje me potenció, me siento impune en ese sentido ¿Por qué? porque estoy arriba de unos tacos de quince centímetros, porque tengo la peluca fabulosa, porque tengo un vestido fabuloso, porque todo el mundo me ama y me quiere, me halaga, que se yo y laburo con amigos, laburar con amigos es lo más lindo y es la familia que yo elijo. 

Este arte lo descubrió gracias al programa RuPaul Drag Race, un reality donde compiten drag queens, admite que es un referente pero que su franquicia estandariza las maneras de hacer drag, sin embargo, a nivel tanto local como nacional y mundial, las formas de hacerlo son infinitas.

Reniego de que me incluyan en un grupo selecto, como es ser drag, reniego de que me encasillen porque, posta yo descubrí el mundo drag, mirando RuPaul Drag Race, el viejo ese, ese señor de dos metros, es un referente te voy a ser sincera, un viejo de dos metros, de color negro, insulso, como pelado pero cuando se draguea me deja el ocote así, dado vuelta.

Federico se niega rotundamente a encasillarse y poner límites que definan quién es La Oh.

–  Reniego del ¿Qué sos? porque vos me preguntas ¿Qué es La Oh? ¿Es drag La Oh? No, es un viejo puto con peluca, soy un mounstro, yo me defino con eso, no quiero estar en el grupo de las dragas o de las personas que son drag, ¡Soy drag! ¡Yo soy pintor! ¡Soy artista! porque no me copa eso, es como que yo soy esto, yo soy lo otro y yo soy un viejo puto con peluca.

– Para vos ¿Qué es el drag?

¿Que pienso yo del drag? es hermoso, formidable, a mí me hizo bien, me rescató de un momento y todos lo deberíamos hacer, se trata de eso, a ver, loca vos también estas dragueada yo estoy dragueado, estoy vestido tengo ropa, es un cuerpo con ropa.

Su proceso de transformación es ritualístico y solitario, así lo prefiere porque es algo que disfruta y le relaja, aunque es, en su medida, espontáneo. En algunos momentos ha intentado compartir este proceso con personas de su círculo íntimo, pero terminaba por no disfrutarlo del todo.

Es como una metamorfosis en realidad, es divertido, yo al principio cuando lo hacía, me divertía más que ahora, al principio era como un juego. El proceso es largo y corto ¡Nunca lo planeo! nunca planeo ni siquiera el outfit. Es muy introspectivo, necesito estar solo, pongo música, me armo un porro antes, tal vez un vinito, tal vez un juguito, música siempre, todo bien acomodado porque necesito que esté todo acomodado, cerca, lo que me voy a poner o lo que no, lo decido en ese momento. Es una especie de ritual porque es pasar de esto a lo otro, no siempre me conforma lo que hago, digo ¡Oy, la ceja esta! y reniego con una ceja.

Como quien nace para las matemáticas, “La Oh nace para romper las bolas” , hacer que la gente se confunda, se moleste por no entender que es lo que pasa frente a sus ojos o también esto quizás le fascine. Todas las emociones que pueda generar en las personas le dan satisfacción, ya sean odio, amor, bronca, admiración, todas le dan la garantía de que su trabajo está bien hecho.

“Putos, tortas, travestis” así saluda al público en La Wacha, una fiesta que fue mutando hasta convertirse en lo que es hoy, un lugar que la comunidad LGBT de la ciudad y zona se han apropiado y tomado como su lugar seguro, aunque no es publicitada como una “fiesta gay”.

(…) tampoco debería tener una etiqueta la fiesta. Tampoco debería decir fiesta gay como tampoco fiesta heterosexual, que ninguna fiesta de hecho se vende como hetero pero bueno ya sabemos dónde podemos ir o donde nos podemos sentir cómodos y en otros no. La fiesta se trata de eso, por eso también festejamos la diversidad, puede ir todo el mundo, que haya un viejo trolo, como yo, con peluca, en el escenario festejando la vida ¡No pasa nada!

– Entonces, ¿El colectivo LGBT local se apropió del lugar?

–  Me parece que la gente se va adueñando de los lugares donde te sentís cómodo. Aparte La Wacha viene mutando de otras fiestas, nosotros con mis amigos empezamos en fiestas under en un lugar que se llamaba El Espacio Cultural Club.

A pesar de los avances de la sociedad, en Río Cuarto, aunque pasen desapercibidas, la homofobia y transfobia están presentes. A Federico y La Oh poco le afectan, los años le han dado la experiencia y ha vivido algunas situaciones nada felices, pero nada hizo que pare de ejercer su libertad.

Yo hace mucho no la siento, pero si cuando era pequeño la re sentía. Ha cambiado un montón. Yo 41 años, hace veinte años atrás, yo no veía chabones y chabonas en la calle de la mano tampoco existía esa fiesta veinte años atrás. Que exista ahora, existe, mientras siga existiendo el machismo, existen los micromachismos y ahí es donde está la transfobia, la homofobia, toda eso que odio.

– ¿Cómo la vivís?

No me gusta y sigue existiendo, tal vez de otras formas, pero sigue existiendo hasta en la misma fiesta, es algo que yo reniego un montón, hasta en el mismo colectivo existe ¿Entendes? Entre los mismos putos y tortas existe y yo de eso reniego un montonazo y eso es lo que a veces me hace preguntar un montón de cosas, si seguir, si irme, no es que quiero ser un referente, me pasó y también un poco lo busqué, porque sucedió en un momento de mi vida donde surgió, perdí a alguien y gané otra cosa, que fue crear este personaje.

Federico ejerce su libertad siendo el “viejo puto con peluca” que le gusta ser y lo hace feliz sin importarle lo que la gente opine y si les molesta, lo disfruta, porque generar emociones es lo que le da vida a La Oh.

 

 

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