La noche de los lápices
Un repaso por lo que fue uno de los sucesos más dolorosos de la época del 70′ en la Argentina: los secuestros y la represión a estudiantes secundarios.
Hace 46 años y en el marco de la última dictadura militar había comenzado un operativo conjunto formado por la Policía Bonaerense y el Batallón 601 del Ejército Nacional. Dicho operativo tuvo como objetivo secuestrar, torturar y masacrar en centros clandestinos de detención a estudiantes secundarios que conformaban los grupos militantes peronistas.
Desde los años 30 y hasta 1976 Argentina sufrió seis golpes de estado. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales, en tanto que los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado burocrático-autoritario.
En ese contexto los problemas económicos, políticos y sociales estaban constantemente presentes en el país. Cuando el gobierno popular elegido democráticamente en 1973 no logró canalizar la intensa movilización popular que pretendía recuperar derechos sociales, económicos y políticos utilizaron como instrumento armado la que fue conocida como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) compuesta por facciones de la extrema derecha, miembros de las fuerzas de seguridad y de las Fuerzas Armadas.
Estas fuerzas tenían como principales enemigos a las fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles. Bajo la palabra “subversivo” denominaban a todos aquellos considerados enemigos de la Patria.
Al asumir el entonces Ministro de Cultura y Educacion, Ivanissevich, se decretó la intervención de las Universidades. Esto se debió a que junto con las escuelas secundarias eran los lugares donde se movilizaba intensamente la política y en enero de 1975 el ministro prohibió las actividades de los centros de estudiantes secundarios. Esto no significó un freno de las luchas políticas reivindicativas de los jóvenes militantes sino la agudización de los enfrentamientos y pujas.
Sin embargo, la advertencia de que algo más grave estaba por suceder en la Argentina fue en la navidad de 1975 cuando apareció asesinado el dirigente de la Unión de Estudiantes Secundarios, Ricardo Patulo Rave, de tan solo 17 años.
Las marchas por el Boleto Escolar Secundario se dieron en este contexto de conflictividad social y política. Durante septiembre de 1975, en La Plata y otras ciudades, se realizaron movilizaciones donde participaron gran cantidad de jóvenes, pero fue en la capital de la provincia de Buenos Aires donde a partir del reclamo se logró una tarifa diferencial.
El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 significó el incremento de situaciones conflictivas. Los comandantes de las tres fuerzas armadas derrocaron al gobierno de María Estela Martínez de Perón y comenzó una dictadura cívico-militar que se denominó Proceso de Reorganización Nacional, liderado por Jorge Rafael Videla.
Se promulgaron leyes para interrumpir funciones del Congreso Nacional, allanar sindicatos, prohibir la actividad política, fuerte censura sobre los medios de comunicación, atentar contra los miembros de la Corte Suprema, revocar la ley del Boleto Escolar Secundario, distribuir un material de lectura obligatoria en los colegios que indicaba a los directivos cómo detectar guerrilleros, entre otros.
Así, el orden comenzó a aplicarse en sangre y fuego, el plan represivo se extendió a todo el territorio y los secuestros de estudiantes, docentes y trabajadores se multiplicaron llegando a la cifra de 30 mil desaparecidos aproximadamente.
Lo que hoy se conoce como “La noche de los lápices” fue parte de este plan represivo puesto en marcha durante la dictadura. En las primeras 3 semanas de septiembre de 1976, en la ciudad de La Plata, 10 estudiantes fueron secuestrados por grupos de tareas conducidos por el general Ramón Camps y Miguel Etchecolatz. Estos jóvenes fueron enviados al centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Arana donde los torturaron durante semanas, y luego los trasladaron a destinos diferenciados como el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes.
Ellos eran Claudia Falcone, Francisco López Montaner, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro, Daniel Racero, Claudio de Acha y Víctor Triviño, quienes fueron asesinados. Mientras que Gustavo Calotti, Emilce Moler, Patricia Miranda y Pablo Díaz lograron sobrevivir y recuperar su libertad en los años posteriores.
Los jóvenes secuestrados eran militantes de la UES y de la Juventud Guevarista comunista y se habían manifestado en defensa del Boleto Escolar Secundario. Sin embargo, ellos son solo 10 de la extensa lista integrada por 340 adolescentes desaparecidos en todo el país.
En 1985, como resultado de la democracia y los reclamos de justicia, se realizó gracias a un decreto del presidente Raúl Alfonsín, un juicio sumario a nueve militares de las tres armas que integraron las Juntas que dirigieron el país desde el golpe militar del 24 de marzo hasta la Guerra de las Malvinas en 1982. Ellos fueron Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya.
Hoy, “La noche de los lápices”, nos remite a esta serie de hechos aberrantes que forman parte de la historia de nuestro país. Nos recuerdan que aquello no fue algo que simplemente sucedió, sino que fue producto de una dictadura militar que resalta la gran importancia de un gobierno democrático. Nos da la oportunidad de reflexionar acerca de lo significativo que es para la sociedad que los jóvenes puedan expresarse y organizarse para hacer valer sus derechos.