Confiar para hacer la diferencia

Todo esfuerzo tiene su recompensa. Es lo que remarca Angie Duque a través de su fuerte historia de vida. Pasó de dormir congelada en el piso en un país desconocido, a tener su local de ropa con más de 10 mil seguidores en las redes.

“Estoy tan orgullosa de mi, tan pero tan orgullosa por no haber caído en ciertas cosas que por ahí repetir patrones es súper fácil; y de luchar ¿sabes?, decir, no yo no soy esto, soy esto y poder lograr esto.” La colombiana Angie Daniela Duque con su pelo rizado, tez morena y una brillante sonrisa le hace honor a la palabra “Berraca” una mujer valiente, empoderada y poderosa. Nombre que posee su marca de ropa que, con 23 años, creó en la ciudad de Río Cuarto. Fue junto a su pareja a principios de 2022, luego de pasar por tantos obstáculos.

Una infancia dura

Angie nació en 1999, en contexto de guerra (presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, del narcotráfico, abusos de autoridad, etc.) y durante su infancia pasó momentos muy difíciles, como la desaparición de su padre, problemas económicos, mucha violencia y mucho maltrato. Creció con su madre en Armenia, Quindío, y fue gracias a ella que salió adelante. “La gente me pregunta, por qué te viniste, y yo creo que en ese momento no era consciente, pero me quería escapar de toda esa realidad”, cuenta.

Desde los 5 años soñaba con irse a otro país. Aumentaba el deseo el saber que su madre no le iba a poder pagar la universidad ya que en Colombia la universidad pública es paga “A mí se me metió en la cabeza que iba a estudiar Comunicación Social en Argentina, lo tenía como plan de vida, ya me imaginaba siendo columnista en New York Times, soñando alto, pero sin aterrizar” dice. Pero la vida le mostró que tenía algo diferente para ella.

Cumplió los 18 en enero y ya en marzo emprendió viaje hacia el país que le había comentado su prima. “La verdad es que no sé concretamente porque Argentina, también tenía familia en España, Rusia, podía ir a Alemania, pero sentí que era acá, fue una corazonada muy fuerte, no tengo una argumentación lógica, sentí que era lo que tenía que hacer y soy muy fiel a mis instintos”, comenta. Y no fueron erróneos, Angie está encantada con el país y disfruta vivir en Argentina “Yo creo que me muero acá, en serio. Es como cuando sientes que un lugar es tu casa.”

No todo es color de rosa

Al llegar a La Plata, Angie se dio cuenta que el mundo no era un cuento de hadas como ella lo pensaba. “Vivía como en una burbuja, no pensé que yo me iba a chocar tanto con la pared como me choqué”, relata. Tuvo que afrontar diferentes situaciones como un trabajo el cual no le pagaban lo suficiente, cansancio físico como mental, no tener a dónde ir luego de que la familia boliviana que la acogía le dijera que no podía vivir más con ellos, contactar a un primo que vivía en Río Cuarto, el cual no tenía mucha relación para que la recibiera, conseguir un nuevo trabajo en su nueva ciudad y sobre todo conocer lo que era el frío (ya que en Colombia el clima es cálido durante todo el año). “Cuando pase un verdadero frío frío, lloré un montón. Fue súper traumático.  Tenía una remerita, un jean y lo que me alcanzó para comprarme fueron unas pantubotas. Las chicas del trabajo me preguntaban ‘¿por qué no te pones unas zapatillas?’ y yo por vergüenza ni les decía, pero no tenía para comprarme otras. Era lo que tenía. Llegaba a casa – gracias a dios tenía lugar – pero era dormir en el piso”.

Luego de estar 4 años trabajando de moza en un restaurante cerca de la ruta el cual le demandaba mucho físicamente y mentalmente, pudo descubrir que ella daba para algo más. “Yo soy creyente en dios, no tengo una figura, pero creo que hay algo, y creo que ese algo me estaba diciendo ‘date cuenta que no es por aquí’. Viste cuando estás parado y decís ‘este no es mi lugar, yo no vine al mundo a esto’”, remarca.

Comenzó a participar de producciones de fotos para locales de ropa femenina, gracias a la propuesta de una dueña de un local de la ciudad el cual le consultó si podía ser su modelo a lo que ella recuerda: “Yo miraba y decía ‘pero estoy llena de grasa, estoy horrible’. En mi puta vida se me hubiera ocurrido que una persona me hubiese pedido hacer fotos. Fue un inicio”. Empezó a hacer producciones en Córdoba y al mismo tiempo le empezó a dar ataques de ansiedad y pánico, pero ella seguía haciéndolas. Al estar allí, vio algo que le sorprendió mucho “Me acuerdo que fui a hacer una producción para un local, que me impactó como direccionaba todo su marketing, el mensaje que quería dar y yo decía wow, cómo puede ser que en Río Cuarto siendo una ciudad no haya esto, no lo puedo creer”, recuerda. El mensaje era que cada una se sintiera representada con algún cuerpo y no mostrar solo los estereotipados por la sociedad. Tenía mucha variedad de talle desde el XS al XXXL.

Pero, no fue en ese momento en que Angie tuvo la idea de abrir un local en la ciudad. Fue por lo que presenció en un local de ropa, una experiencia que la marcó y decidió hacer algo con eso. “Fue impactante ver a dos chicas llorar en el probador porque no encontraban ropa. No estaban sus talles. Yo dije: Nah, esto no puede estar pasando.” En ese momento se le vino un flash de lo que había visto en aquel local de Córdoba y dijo… por aquí es.

El verdadero motivo de Berraca

Angie confiesa que en realidad vender ropa no es algo que le apasiona. Es una mujer sencilla, hasta en su vestimenta, empática y resalta su carisma. “Lo que a mí me motivó fue que cualquier persona sin importar tu condición, género, sexo, talle o altura, puede encontrar algo para ponerse” afirma. Ella es muy decidida con sus objetivos y se obsesiona rápidamente al querer conseguir lo que se propone. “Lo que yo quería hacer es impacto social en la mujer, quería eso. En mí nunca se me pasó ‘uy me voy a volver millonaria’, yo quería poderles decir: ey!, si te querés poner algo, te lo vas a poner, no importa. Yo te voy a dar la posibilidad de que entres y lo encuentres”, señala.

Resalta lo satisfactorio y gratificante que es para ella cuando puede ver que está logrando su verdadero objetivo. “Han venido chicas y me han dicho, gracias a lo que vos haces, me puse un top por primera vez en mi vida y lo usé en público. Realmente el impacto que yo quería generar y lo que yo quería hacer lo estoy logrando y eso es invaluable, es más que la plata ¿sabes?, que una chica entre con la cabeza así agachadita, y diga estoy buscando un pantalón como para mí, soy 54 y yo le diga que sí y se los muestre, no sabes cómo se les ilumina la carita, para mí eso es como…wow”, dice.

Para Angie y su novio Esteban fue todo un reto y mucha presión tener un local, porque más allá que la plata no es lo más importante, tienen que pagar el alquiler, pagar deudas, mercadería “Pero lo que te motiva es eso, saber que tu propósito de a poquito lo estas cumpliendo, cuando te dicen ‘gracias porque por vos me pude poner un top’, para mi esa persona ya dice que yo no existo al pedo y que me puedo morir en paz” cierra Angie.

El éxito NO es suerte

Desde muy pequeña Angie estaba segura que quería generar un cambio. Y para poder hacerlo, deja en claro que no hay ninguna persona extraordinaria, ella no se siente identificada así, asegura que es la disciplina, la constancia y perseverancia lo que logra que uno pueda llegar a hacer eso que te propones. Y sobre todo, que no es SUERTE porque para seguir en pie se necesita de uno mismo.

Le preguntan frecuentemente en su vida, ¿El éxito que has tenido, a qué se lo debes? y responde: “Creo que fue en el momento en que yo pensé qué hacía falta y cómo uno le puede poner su propio sello. Porque locales de ropa hay un montón, pero creo que algo que nadie te enseña es cómo aprender a venderse, ser auténtico y confiar en uno mismo.”

Vuelve a marcar lo importante que es no cegarse por la plata “porque si piensas en el dinero y lo vas a hacer por plata, no es por ahí, se vuelve todo superficial al final del día. Si quieres vender para humanos, no les vendas como robots.”

Para Angie todos los días son una lucha, pero se para y sigue. Como siempre lo hizo desde que era una niña y siguió adelante por más que la gente le dijera que no, que no lo iba a lograr, la ningunearon muchas veces, pero enseña que el poder que uno tiene de percepción, de cambiar la mente y luchar contra estas inseguridades, es lo que te hace más fuerte.

“La clave del éxito para mi es la dedicación, el amor que le puedes meter, tu sello y preguntarte qué le hace falta al mundo. Porque hay muchos diseñadores gráficos en el mundo, muchos cantantes, muchos pintores, pero vos… ¿qué le podés dar al mundo?”, afirma.

Valentina Celi

Estudiante de Comunicación Social. Esta producción fue realizada en el marco de la cátedra Comunicación Impresa Aplicada.

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