Una imagen vale más que 1 millón de pesos
Un fotógrafo tiene que producir 125 sesiones para pagar su equipamiento. Detalles de un trabajo complejo que poco tiene de hobby
Un día Martín Jaime estaba practicando su hobby, la fotografía, cuando de repente se acercó una persona a él, se presentó como Gonzalo, el dueño de una empresa de fotografía de Río Cuarto. Mencionó que vio potencial en él, y lo invitó a formar parte de su equipo. Desde ese momento entendió que la fotografía podía ser más que un pasatiempo para él.
La pasión de Ignacio Brizuela y Yair Grossi por la fotografía inició gracias a las cámaras analógicas que encontraron en rincones de sus hogares. “Me interesó todo el proceso desde cómo sacar la foto hasta cómo hacer para poder verla. Elegí la fotografía porque era muy práctico tener la cámara siempre conmigo y divertirme”, contó Grossi.
Coincidiendo con este testimonio, Brizuela reveló: “Encontré la cámara analógica de mi abuela y empecé a usarla porque me gustaba como se podía expresar, o crear una atmósfera solo en base a una imagen”. Además, él decidió formarse consiguiendo los apuntes de comunicación que existían hace unos años.
Ornella Pratolongo estuvo rodeada desde chica por equipamientos profesionales. “Mi papá tenía cámaras profesionales, para nosotros era una herramienta para guardar recuerdos de la familia y los álbumes de fotos eran muchos. A los 13 años me fue inevitable sentir curiosidad por ese mundo, así que empecé a sacar la cámara sin permiso. Actualmente trabajo como fotógrafa de publicidad, moda, beauty y artistas en Río Cuarto, Córdoba capital y en la ciudad de Buenos Aires”, indicó.
Las dificultades
Durante su trayectoria, cada uno de los fotógrafos tuvo sus dificultades. Para Brizuela la principal es la económica. Otro factor que lo afectó fue que la fotografía se convirtió en una moda hace un tiempo. “Aparecieron un montón de fotógrafos entonces había mucha oferta y demanda no tanto, entonces los precios eran muy bajos”, explicó.
Ornella plantea algo similar en cuanto a las dificultades. “La dificultad de comprar cosas siempre estuvo porque no ganaba dinero como para reinvertir en equipos, pero tuve la posibilidad de que mi mamá siempre me ayudó con eso y de poquito le iba devolviendo lo que me prestaba”, explicó. Sin embargo, tuvo la ventaja de comenzar en este rubro a los 16 años por lo que pudo hacer su camino sin apuro, no tenía la necesidad de pagar alquileres o gastos alimenticios.
Pratolongo sostuvo: “Los costos de la tecnología son muy altos y el valor de la imagen todavía no está del todo firme, sigue siendo subestimada como muchas otras actividades”. Además, subrayó que con la aparición del celular como herramienta, que podría reemplazar en varias ocasiones a la cámara, esto se intensificó. “Se toma como algo que podría hacer cualquiera, pero no todos pueden hacerlo, y ahí está el problema hoy de la remuneración”, expresó.
A medida que pasó el tiempo, logró que la relación entre costo de equipamiento y remuneración sea equilibrada, ya que, actualmente puede subsistir de la fotografía. Siguiendo esta línea, está Jaime que no cuenta con equipo propio porque pertenece a una empresa, pero es consciente de que la remuneración económica no es la adecuada.
Por otra parte, Brizuela sostiene que todos los fotógrafos deberían acordar un precio similar, para que la gente pueda elegir por estilo y calidad, antes que por ser más accesibles.
Los costos de los equipamientos profesionales y su relación con la remuneración de la fotografía no es equilibrada, porque la inversión en estos equipamientos es onerosa y requiere de un largo tiempo para recuperar el dinero.
Una cámara profesional en su versión estándar tiene un valor de trescientos mil pesos argentinos, y a medida que mejora la calidad y el rendimiento, el costo supera el millón de pesos. Sin embargo, este no es el único equipamiento con el que hay que contar para realizar una producción fotográfica, se necesita de flashes que tienen un valor de setenta mil pesos, lentes que cuentan entre cien mil y trescientos mil pesos, tarjetas de memoria con un precio base de cuatro mil pesos y baterías que su costo ronda los siete mil pesos.
En resumen, un fotógrafo gasta alrededor de un millón de pesos en equipamientos. El precio de este kit fotográfico tiene un valor dólar, lo cual explica su elevado costo y termina siendo una nueva dificultad para los profesionales.
Actualmente un fotógrafo por sesión cobra ocho mil pesos según el Tarifario Fotográfico Argentino, lo cual significa que tendrá que producir 125 sesiones para recuperar el costo de su equipamiento.
La inseguridad fotográfica
Un factor que limita a los fotógrafos hoy en día, es la inseguridad, ya que los condiciona a la hora de realizar el acto creativo. “Se pueden encontrar lugares, pero uno siempre anda con miedo porque es un equipo muy costoso y no es fácil de esconder, es bastante obvio si tenés un bolso de una cámara, es fácil que algún delincuente te identifique como fotógrafo y ya sepa que andas con equipo valioso”, expresó Brizuela.
Otros fotógrafos como Martin Jaime, prefieren trabajar en grupos de dos o tres personas, para poder estar tranquilos. Grossi por su parte aclaró: “Yo nunca tuve problemas de inseguridad, pero tampoco estoy tranquilo con 3 mil dólares en equipos en la mochila”.
El machismo está en todas partes y la fotografía no escapa de él. Ornella explicó: “En el mundo de los rodajes de publicidades, videoclips, documentales es increíble lo difícil que se hace ser mujer”. Se suma una dificultad más a este ámbito. “Ni hablar si queres cumplir el rol de directora, esa fue una de las últimas dificultades a las que me estoy enfrentando”, agregó.
A la inseguridad que se sufre al momento de trabajar en el exterior, al miedo de que los equipos de trabajo sean robados, se le suma el factor del acoso callejero. Pratolongo comento: “Me pasa con las chicas que trabajo, el acoso en la calle no es muy agradable, y es por parte de hombres siempre”.
Una forma de expresión
“Más que fotógrafo soy una persona tratando de expresarse y plasmar sus sentimientos, mensajes y puntos de vista en una sucesión de colores y formas” confesó Martin. La fotografía es un arte para aquellos que la practican. Para Ignacio al momento de fotografiar a alguien se tiene que ser consciente de que se está inmortalizando el tiempo. Yair coincide en que se debe ser consciente del momento y fluir con él.
Para Pratolongo es una actividad de conexión con su familia y de desconexión para ella. “A veces ya sea con el celu o la cámara me voy en las fotos y podría ir caminando sola por cualquier lugar muchas horas con la cámara” expresó, y agregó: “Es poder ser comunicadora de aquello que yo quiero decirle a los demás, ser interpretadora de que los otros quieren comunicar también”.
Aunque la actividad que desarrollan en sus vidas es la misma, no significa lo mismo para todos: para algunos es su fuente de trabajo, mientras que otros lo utilizan para poder expresarse.
Estudiante de Comunicación Social de la UNRC. Este informe especial fue realizado en el marco de la cátedra Comunicación Impresa Aplicada